Lecturas interesantes

sábado, 20 de julio de 2024

 ..

“El gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa”, Marx 

 DE CONSTITUYENTES Y CONSTITUCIONES
¿QUE HAY ENTRE CÉSAR GAVIRIA 1991 Y GUSTAVO PETRO 2024?

QUÉ SE MOVIÓ DETRÁS DEL PROCESO CONSTITUYENTE 1991
Y QUÉ DETRÁS DEL PROCESO CONSTITUYENTE 2024

En 1991 se trataba de darle piso legal al modelo neoliberal de apertura económica, que los Estados Unidos exigían para consolidarse como potencia hegemónica global frente a los numerosos rivales que asomaron luego del colapso soviético.

La trama petrista en 2024 es más criolla, cismática y personal: cuidando de no interferir con los intereses norteamericanos y la agenda globalista, el presidente trata de empoderar una nueva facción en donde reasignar los tradicionales privilegios de los privilegiados por tradición[i].

 

El presidente que tenemos, defensor a ultranza de la faena constituyente 1991 y su producto antinacional, antipopular y demagógico, la Constitución actual ¿qué torcido persigue para que ahora, después de dos años gobernando, no la encuentre adecuada a sus planes?[ii] Y ¿por qué la Oposición funge temerosa por las transgresoras veleidades constituyentes de Petro, fingiendo ignorar que la del 91 se logró quebrantando también la constitución que existía? Una afirmación común de Petro, utilizada, entre otras, para conquistar electores sin levantar sospechas ante los poderes establecidos: “la constitución del 91 lo es todo, pero no se ha cumplido a cabalidad…”. Los opositores a la constituyente petrista responden “Observando la Constitución del 91, el presidente puede realizar todas las reformas que quiera”[iii]. Y no les falta razón, de hecho, los 7 inquilinos que han pasado por la Casa de Nariño en los 33 años de vigencia de la actual constitución la han modificado con 60 actos legislativos, validando, por cierto, aquella vieja sentencia marxista: “la constitución es un papel escrito que cada gobernante reescribe a conveniencia de los negocios que administra”.

Los promotores en el 91, encabezados por la crema y nata de la sumisión ante Washington: el presidente de entonces, César Gaviria, el grupillo diezmado por otras bandas rivales y desmovilizado M19, el jefe natural de la denominada godarria (Álvaro Gómez Hurtado) y la mamertería recién renegada de las concepciones marxistas que poco observaban, mismos que utilizaron a unos cuántos estudiantes de las arrogantes y privilegiadas universidades Javeriana y de Los Andes, lograron, sin que se lo propusieran, la imposición de un nuevo modelo económico, el neoliberal, demagógicamente llamado de Apertura económica, con el cual se entregaba en usufructo del imperialismo norteamericano los renglones de la economía colombiana que aún conservaban algún manejo nacional: desregulaciones arancelaria, fiscal, portuaria, financiera, laboral; con nueva legislación privatizadora desmontaron o minimizaron empresas estatales estratégicas; crearon nuevos y suculentos negocios en educación, salud, seguridad social, servicios públicos, etc.; pusieron al endeble productor criollo de la ciudad y el campo a competir con las todopoderosas y subsidiadas multinacionales, en fin, como lo mostró Francisco Mosquera Sánchez (1941-1954) en sus escritos sobre la materia, se trataba de la recolonización[iv], no sólo de Colombia sino de todo el patio trasero.

El hecho que los problemas de un país se enumeren en los discursos de balcón, en las campañas electorales o se escriban en un papel (constitución) no garantiza su solución -lo hemos sabido a través del montón de leyes existentes y particularmente del mamotreto demagógico de 380 artículos de la Constitución del 91. Las falencias del país que los promotores de aquel infundio prometieron resolver se quedaron en el tintero o se agudizaron: con el mandato de los 73 constituyentes y el “congresito” de 36 miembros, la nueva constitución y subsiguientes desarrollos los partidos políticos no se fortalecieron, en cambio se crearon 75 partiditos que en pocos años se esfumaron; la corrupción empeoró con las privatizaciones y el empoderamiento - ¡cuánta alaraca con el relevo generacional! - de noveles politiqueros que arribaron con la perversa aspiración de enriquecerse en su cuarto de hora. La paz tampoco llegó y a cambio, estos 33 años es uno de los períodos más violentos de nuestra historia, las siglas insurrectas dejaron de serlo para convertirse en las bandas criminales de hoy; la lucha antinarcóticos no dejó de ser la farsa con la que las agencias gringas controlan nuestras instituciones desde la década del 70; el empresariado colombiano no realizó sus productos en las plazas internacionales, pero sí al revés: las mercaderías foráneas se apoderaron de nuestro mercado interno, hasta el punto que hoy es más vulnerable la economía nacional que la del 90, la informalidad se desmadró. Y lo peor, el devenir del proceso constituyente del 91 desmontó: el análisis marxista de los acontecimientos, el debate ideológico por la soberanía nacional, la constitución del frente popular revolucionario, el partido de la clase obrera y la construcción del socialismo; y, la inexcusable lucha de clases terminó disimulada detrás de ONGs y colectivos sociales financiados por los magnates que urgidos de más ganancias apuntan contra el proletariado y los pueblos del mundo para que se desentiendan de la concepción del estado y renuncien a la lucha por el poder en manos de sus verdugos y explotadores.

Ahora, bien, ¿de dónde saldrán los constituyentes de la iniciativa Petro? no saldrán de las mayorías laboriosas y expoliadas, dada su menguada aceptación allí; entonces ¿los elegirán entre la oligarquía sindical y dirigentes de los colectivos sociales[v], aquellos que tanto promociona, utiliza, convoca y beneficia como burócratas, subsidios y contratitos (economía popular)? ¿Otros constituyentes serán nombrados por los grupos oligárquicos y terratenientes beneficiarios de los grandes contratos estatales, compras de tierras y negocios internacionales?  ¡Cuánta similitud! con los propósitos del estado comunitario (el poder constituyente de grupitos de amigos) de Uribe Vélez plasmado en el Plan nacional de desarrollo de su primer cuatrienio ¿Habrá también constituyentes nombrados por los grupos armados en eterna negociación? Si a estas “negociaciones de paz” -programadas para durar hasta que se agote el cuatrienio-, le sumamos el nombramiento de un experto en amaños como J. F. Cristo en el Ministerio de gobierno y la nula probabilidad de lograr una Constituyente “legalmente” elegida porque no cuadran los tiempos[vi], válido es pensar, entonces, que la constituyente es un truco para entretener al país durante los restantes dos años con ceses al fuego, rompimientos de la mesa, de reelección o sucesor, de consolidación de una nueva casta, de los gustos y disgustos del inquilino de la Casa de Nariño, de si mandará lavar la toalla de Tirofijo, de si es gay o heterosexual, de si su mujer Verónica conoce y se aguanta  las infidelidades –, mejor dicho, que la gran prensa oficie de paparazi tras los enredos palaciegos.

Derivado de lo anterior: que nos olvidemos de su ingobernabilidad y de su incompetencia para resolver los problemas del país, de los costos que significa para la soberanía nacional su constancia frente a la agenda dictada desde Washington, que pasemos por alto a la generala Laura Richardson monitoreando las bases militares en Colombia, las visitas semanales a Palacio de funcionarios de la Embajada yanqui  (que el canciller Murillo sin arrobo reconoce), de las construcciones policiales gringas en la Gorgona y Leticia, de la Armada Colombiana colaborando en la Fuerza Marítima Combinada[vii] con la que en Oriente Medio los gringos salvaguardan las acciones genocidas de Israel en Gaza, de los nuevos empréstitos (no para invertir sino para pagar deuda), de la anunciada nueva reforma tributaria que la regla fiscal exige. Querrán que con el silencio de los colombianos pase la afrenta a la unidad de la nación aprobando en fast track las autonomías regionales (más o menos, la balcanización del país), regiones que serían de fácil control por organismos de las metrópolis imperialistas. Al entramado publicitario de la Constituyente le van a colaborar muchos oportunistas, estilo Vargas Lleras ¿a cambio de mermelada, de burocracia, honrando sus privilegios? Y también colaborará la ONU en donde toca cima la ridiculez de Petro auto denunciándose por incumplimiento de los acuerdos de paz FarcSantos -acuerdos que no trajeron la paz, pero que, curiosamente, ahora al presidente le resultan apropiados para “afrontar” todos los problemas del país e imponernos la agenda antinacional y antipopular “progresista”- y pidiendo permiso para saltarse el Congreso (legislar fast track). Con este gobierno resultó que la CIDH, la ONU, tienen facultades para cogobernar en Colombia y hasta allí acude Petro cada vez que tiene dificultades con sus reformitas.  A su vez, al negocio de las negociaciones de paz le seguirán nombrando costosas ($$$) comisiones que se pasearán por el mundo “echando carreta”, con la ONU “encantada de su pacificador tutelaje” en Colombia, mientras sobresale su incapacidad en otros lares del mundo donde el Pentágono atiza por doquier las guerras que, de una parte, le permiten renovar sus obsoletos arsenales bélicos y, de otra, posponen el colapso de la hegemonía norteamericana.

A la izquierda revolucionaria, a los marxistas, convencidos de que todo estado es una dictadura les corresponde -según las condiciones en cada época y momento- luchar por su derribamiento junto a todos sus instrumentos y herramientas estructurales, institucionales y jurídicas utilizadas para la opresión; en tal sentido, no defendemos constitución alguna, dado su origen y destino regente de los intereses de la clase dominante, contrarios, por supuesto, a los intereses proletarios y populares, pero rechazamos enmiendas, reformas, nuevas leyes, normas o medidas que reduzcan las conquistas de la nación y el pueblo allí estampadas, tal acostumbran hacer las clases gobernantes en tiempos de reflujo popular como el del presente para apuntalar sus intereses y los de sus amos.

Alertamos, entonces, a los colombianos sobre las pretensiones petristas con este cuento constituyente, con la pacificación, con sus ires y venires rindiendo cuentas y pidiendo permisos y consejas a las agencias multilaterales para mejorar su gobernabilidad cuestionada y debilitada en la puja con aquel sector del establecimiento inconforme con la repartija del presupuesto, los contratos y la burocracia. Es de antiguo conocimiento que si bien el inquilino de la Casa de Nariño y gobiernos en general son administradores de las riquezas e intereses de la clase dominante -para el caso, la oligarquía y los terratenientes- entre estos hay diferencias y, entonces, cuando un gobierno es incapaz de conciliarlos termina de preferencias por unos, privilegiando a estos por encima de aquellos, con la consecuente rabieta de los sectores “menguados” en sus prebendas. En tal sentido, ha de entenderse la atención prestada por los gobernantes en todas las épocas al denominado acuerdo nacional u otros eufemismos conciliatorios: Pacto social, Diálogo nacional, Acuerdo sobre lo fundamental, Gobierno de todos, etc. y la tan conveniente expresión de tirios y troyanos: “preservemos la institucionalidad”.



[i] Este gobierno que, según reza la ley, debe gobernar para todos los colombianos, se la pasa peleando con las empresas, instituciones, gremios y funcionarios en donde no logra imponer a sus pupilos o sus proyectos; casos muy sonados: Federación Nacional de Cafeteros, Universidad Nacional, Bogotá y el Metro, Cámaras de comercio, Ecopetrol, Fiduprevisora, Hidroitunago, exministros,  … Igual interpretación ha de darse a los numerosos cambios de ministros y nóminas estatales.

[ii] https://x.com/petrogustavo/status/1770093142471012495 . Tuit de Gustavo Petro 19 marzo /24

[iii] Misivas de algunos constituyentes del año 1991 y de 200 "personajes" https://www.elnuevosiglo.com.co/politica/200-personalidades-firman-carta-rechazando-constituyente-de-petro y un análisis de las reformas al cumplirse 30 de vigencia de la Constitución  https://www.indepaz.org.co/wp-content/uploads/2021/07/A-pesar-de-55-reformas-la-Constitucion-mantiene-su-identidad.pdf  

[iv] En la III parte (Apertura económica y soberanía nacional) del libro Resistencia Civil de Francisco Mosquera Sánchez encontramos varios artículos de la época en los que el autor describe con maestría, precisión y convicción los tejemanejes, nacionales e internacionales, que precedieron a la convocatoria y elección de la asamblea constituyente que aprobara la Constitución de 1991 y luego los primeros resultados de la misma.  Resalto 6 de ellos: El 27 de mayo, otro 11 de marzo, No participamos de la Constituyente, Omnia consumata sunt, Salvemos la producción nacional, Saludo del MOIR a la confederación unitaria, CGTD y ¡Por la soberanía económica, resistencia civil! Ver, https://moircosmos.org/resistencia-civil-mosquera-indice.html

[v] Explicaciones de Petro: Para ello proponemos la Constitución de coordinadoras municipales de fuerzas populares que desaten la organización y la movilización general de la ciudadanía”  https://www.wradio.com.co/2024/03/18/constituyente-no-es-para-cambiar-constitucion-del-91-ni-para-quedarme-en-el-poder-petro/ ¡Cuánta similitud! con los propósitos del estado comunitario de Uribe Vélez plasmado en el Plan nacional de desarrollo de su primer cuatrienio.

[vi] https://www.lasillavacia.com/silla-nacional/los-caminos-constituyentes-de-petro/ Allí se lee: “En conclusión, los caminos institucionales que ha propuesto el presidente para saltarse el Congreso y volver realidad su programa de gobierno están cerrados. No así los extra-institucionales”.


2 comentarios:

  1. Excelente análisis como siempre 🚩

    ResponderEliminar
  2. Los escritos de Francisco Mosquera S. se encuentra en este blog, apartado "vigencia del marxismo"

    ResponderEliminar