PARO NACIONAL DE CAMIONEROS,
CONTRA ALZA DE PEAJES Y LOS PRECIOS DEL ACPM
Comparada el alza
de la gasolina cuyos precios subieron desde el primer mes del gobierno Petro, la
del ACPM se había demorado; ¿por qué?, seguramente por el miedo del gobierno a
que la resistencia de los camioneros lograra paralizar al país. El precio de la
gasolina subió en los 16 primeros meses un porcentaje (60%) que ningún otro
gobierno se atrevió siquiera a pensar más allá de un 10%, sabiendo que la
respuesta de los colombianos hubiese sido vigorosa. Por el contrario, el recién
posesionado “gobierno del cambio” tuvo de su lado las cúpulas de los sectores
populares otrora calificados por sus bases para la resistencia: centrales
obreras, movimiento estudiantil, indígenas (para nombrar los tres principales
sectores). Los taxistas resistieron con un paro nacional, pero las dádivas
oficiales lograron su desmovilización. Por su parte, los Centros del
pensamiento de la heterodoxia económica neoliberal y consejeros de la
oligarquía y de los distintos gremios económicos, “convencieron al país de la
necesidad” del incremento, no sólo de los precios de la gasolina, también de la
reforma tributaria y otras felonías aprobadas contra el bolsillo de los colombianos.
Así pues, Petro, atendiendo a los amos extranjeros, con la complacencia de “los
de arriba” y la parálisis de “los de abajo” logró lo que Duque, Santos Uribe y
anteriores gobiernos no pudieron.
El diésel o ACPM
que en el país se consume, es refinado en plantas nacionales, así que el
Gobierno no podrá convencer a nadie ni sembrar cizaña con el trasnochado cuento
de ya hace tres décadas del tal subsidio frente a los precios internacionales. Estos
incrementos, junto a la nueva reforma tributaria con la que se pretende captar
$12 billones, asaltando, esta vez, a los pequeños servicios, comercio al por
menor y por enésima vez al bolsillo de los asalariados medios, en realidad
sirve para cubrir faltantes que deja el obsequioso servicio de la deuda y el gasto
anual de malfuncionamiento estatal, burocráticamente aumentado en $120 billones
-y no hablamos del despilfarro y la rampante corrupción, son otros temas-.
En el fondo, todos, Gobierno
y Oposición, están molestos con los camioneros por sus logros en el paro. Unos
y otros quieren el aumento del precio del diésel y en general de los
combustibles, porque ese es el mandato de sus amos internacionales Washington, FMI,
BM, OCDE… Detrás está el cuento de reducir el déficit del Fondo de
estabilización de precios de los combustibles (Fepc) y eliminar unos supuestos subsidios,
mediante el pago de combustibles a precios internacionales, como si Colombia no
fuese un país petrolero. Del consumo total anual de gasolina y diésel en
Colombia, los datos oficiales muestran, respectivamente, no más del 35% y 12%
de importaciones. Conclusión, la lucha de los colombianos en esta materia no
puede ser otra: NO a los precios internacionales de los combustibles consumidos en
Colombia.
Ahora bien, al gobierno, “pobrecito”, no le alcanza el presupuesto
y por ende tenemos que permitirle que nos meta la mano al bolsillo: FALSO. Los recursos,
con el gobierno del cambio, se siguen
yendo para otras partes: corrupción, despilfarro, burocracia parásita y sendos
privilegios a los magnates de las clases dominantes y a las agencias financieras
y multinacionales imperialistas. Unas pocas y sencillas preguntas para el Gobierno:
¿el empoderamiento de esa nueva camarilla gobernante cuántos nuevos burócratas
tiene y cuanto nos cuesta? ¿Cuánto nos cuesta ese insubstancial y ridículo
nuevo ministerio llamado de Igualdad? ¿Cuánto presupuesto está utilizando en esa
comedia de la paz total con centenares
de burócratas echando carreta por el mundo entero? ¿Cuál el presupuesto para
evitar la extinción de la humanidad que,
según el presidente, acarreará el cambio climático? ¿Y la mermelada para que el Congreso le apruebe sus “reformas” cuánto ha
valido? ¿Por qué no decirle la verdad al país por tanta presteza y nobleza (aplaudida,
igual por neoliberales y “progresistas”), frente al pago del servicio de la deuda? ¿En vez de
dilapidar recursos a diestra y siniestra, ahora con el eufemismo de la economía popular, siendo que el país
necesita son recursos estatales para el montaje de grandes empresas
productivas, ej. refinería para evitar importaciones de combustible? Mil preguntas de esta índole tendrán los
colombianos en estos días de declaraciones
de renta y de preparación de una nueva reforma tributaria para recaudar $12
billones que, si no la derrotamos, saldrán de las personas naturales, porque a
las empresas les reducirá el impuesto del 35 al 30%.
Cobra actualidad la entrada de este blog del 15 de septiembre de 2022, "La trampa de los precios internacionales del petróleo y el Fondo de estabilización de precios de los combustibles, FEPEC"
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