Enseñanzas y
vigencia de Mosquera,
Extremismo
izquierdista, participación electoral, cretinismo parlamentario.
Al día de hoy, se
volvió normal, que todas las fuerzas, políticos o no, participen en elecciones;
pero en la década del 60 del pasado siglo, los grupos revolucionarios -que, para
entonces, sí existían- consideraban válida sólo la lucha armada y censuraban como traición a sus ideales la participación electoral. En ese contexto es que
aparece Francisco Mosquera para dar el debate y bregar por la construcción de
un partido auténticamente marxista leninista que, con la orientación de los
maestros del proletariado, asumiera las acciones necesarias para la lucha
política entre ellas la vinculación a las masas (obreros, estudiantes, campesinos,
intelectuales) y la participación electoral. Por encima de críticas y amenazas,
decide en 1972 participar en las elecciones con el MOIR recién separado del MOEC. Pero, Mosquera igual previno sobre la
posibilidad de que la campaña electoral izquierdista no fuese utilizada
revolucionariamente y se convirtiera en una campaña de ilusiones sobre
supuestas bondades de la institucionalidad parlamentaria burguesa. Previsiones
proféticas, si constatamos que ya hace más de 30 años, solo existen en Colombia
agrupaciones que van a elecciones preocupados meramente por la obtención de
curules, burocracia y manejo de presupuestos. La izquierda, que hace años dejó
de serlo, abrazó ese perfil del cretinismo parlamentario y, como la vieja
derecha, se dedicó a prometer y prometer para obtener votos sin los que, la
opinión y el propio régimen, los daría por inexistentes y sin las dádivas derivadas
de una personería jurídica ¡qué horror ¡
Veamos sus
enseñanzas en este apartado del editorial de Tribuna Roja No 4, enero de 1972: “Con la presencia del MOIR en las próximas
elecciones, el proletariado, por primera vez, expondrá frente a las otras
clases sus soluciones políticas durante un debate electoral. Los partidos
liberal y conservador, aun cuando divididos, debilitados y aislados, van a
ofrecer sus baratijas. Van a defender sus proyectos de mayor recorte de los
derechos democráticos de la clase obrera; van a hacerle propaganda a los
llamados planes de desarrollo que dan más garantías a los monopolios yanquis para
sus inversiones y saqueo de nuestro país, como el Pacto Andino, los Fondos
Regionales de Desarrollo, las reformas fiscales, etc., van a tratar de embaucar
al campesinado con la reforma agraria proterrateniente; van a presentar la
contrarreforma universitaria como un cambio «democrático» y «nacionalista».
Todo esto en un intento inútil por unificar las filas de la reacción y por
salvar la desahuciada alianza burgués-terrateniente proimperialista”.
“El
Partido difundirá y explicará entre las masas sus programas y políticas durante
el debate electoral, precisando las diferencias antagónicas con los partidos
reaccionarios y con el oportunismo. Armará a las masas con las soluciones
revolucionarias sobre los problemas fundamentales de la liberación nacional; la
revolución agraria; la cultura nacional, científica y de masas; los derechos
democráticos del proletariado y del pueblo en general y todas las demás
reivindicaciones sentidas y exigidas por las masas”.
“En
el debate electoral el Partido educará a las masas con sus consignas
estratégicas de la creación de un partido revolucionario, de un frente único
antiimperialista y de la necesidad de los instrumentos de poder real que le
permitan al pueblo librar la lucha más elevada por la liberación nacional. En
esta campaña el Partido ganará amigos, efectuará alianzas con clases, fuerzas y
agrupaciones políticas que hacen parte del gigantesco frente antiimperialista.
Lo más importante será que los sectores avanzados del proletariado podrán
llegar masivamente a las zonas rurales para explicarle al campesinado que la
clase obrera es su más íntimo aliado y que con su apoyo y dirección coronará
con éxito la revolución agraria. Lograremos lo anterior si concentramos los
esfuerzos en la campaña electoral y aplicamos una política unitaria, de
acercamiento y persuasión con organizaciones y personas progresistas y
revolucionarias”
Ahora,
escuchemos al camarada Iván Toro López (memoria eterna) quien se pronunciaba
así ante el auditorio que conmemoraba el 10° aniversario de la muerte de
Mosquera:
“Cuando en 1972, Mosquera rompió
definitivamente con el cascarón extremo izquierdista, al decretar la
participación en las elecciones señaló, clara y rotundamente, que la incursión
de los revolucionarios en las bregas comiciales y las curules que en ellas se
alcancen, se deben utilizar para aprovechar ese amañado y reducido escenario,
en procura de difundir las nuevas ideas y denunciar las tropelías del régimen y
no para tejer ilusiones sobre la posibilidad de acceder al poder en virtud de
unos sufragios. Se trata solamente de un medio, más no un fin, que permite
espaciar las ideas revolucionarias y apisonar los cimientes de un Frente Único,
puesto que las profundas transformaciones que requiere la dolida nación no
serán el fruto de las gestiones y los trámites que se fraguan en el Parlamento,
sino de la más portentosa gesta revolucionaria”
Al día de hoy,
estas enseñanzas de Mosquera fueron totalmente olvidadas y tergiversadas hasta
por sus propios “sucesores” y no deja duda que nada de lo que hacen, ofrecen y
promueven en campaña electoral los supuestos izquierdistas resulta ser una
versión más de las viejas mañanas de la coalición liberal conservadora con las
que en aquellas calendas engañaban a las masas. Por lo mismo, no pueden los
trabajadores y el pueblo hacerse ilusiones con las promesas de quienes cada
cuatro año se presentan para resolver los inveterados problemas. Igual del
parlamento burgués que tan entusiasta aparece hoy en franca gran coalición
para arremeter contra el bolsillo de los colombianos. Tal vez podamos decir que
agrupación ninguno en la lid electoral pasada utilizó cuerpo armado para hacer
campaña política, pero, igual tampoco participó alguna que educara
apropiadamente a los trabajadores y al pueblo sobre las posibilidades de
resolver sus angustias mediante las instituciones vigentes, que sólo prolongarán
el atraso y sumisión a los amos del norte hasta tanto no se construya el
partido de la clase obrera que ha de convocar, aglutinar y guiar a las demás
clases antiimperialistas en un Frente Revolucionario por la toma del poder y no
tras el trajinado cambio de inquilino en la Casa de Nariño.
Cuatrienio por
empezar que, con el remoquete de izquierdista y con el inveterado cuento de resolver
las acuciantes necesidades populares, se insinúa como el más alcabalero de la
historia republicana.
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