miércoles, 24 de agosto de 2022

 𝐂𝐚𝐫𝐚𝐜𝐭𝐞𝐫𝐢𝐳𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞𝐥 𝐏𝐚𝐫𝐭𝐢𝐝𝐨, 𝐝𝐞𝐥 𝐅𝐫𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐔́𝐧𝐢𝐜𝐨 𝐲 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐑𝐞𝐯𝐨𝐥𝐮𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐂𝐨𝐥𝐨𝐦𝐛𝐢𝐚𝐧𝐚

“la tarea principal del momento es concentrar esfuerzos en la construcción y fortalecimiento del partido del proletariado de Colombia, capaz de convertirse en el estado mayor de la revolución colombiana”. Francisco Mosquera S.

http://moircosmos.org/cuestiones-fudamentales-revoluci%C3%B3n-colombiana.html

 

Partidos y dirigentes arrastran sin pudor a las masas tras las “mieles” del ganador de turno en la Casa de Nariño.

Oscuro panorama se cierne, por ahora, ante la ausencia de organizaciones y líderes capaces de discernir la continuidad que, en materia sustancial para Colombia, encarna el nuevo primer mandatario y su gran coalición. Gustavo Petro resultó maestro de maestros a la hora de forjar ilusiones con su retórica cuasi veraz. ¡Cómo se siente la ausencia de un partido revolucionario! que como el de Mosquera, aunque pequeño, en su momento pudo brindar claridad en los escenarios que tuvo a su alcance, sobre gobiernos tan demagógicos -tipo Belisario Betancur (1980-1984)- ante el que también sucumbiera la mayoría de dirigentes, populares unos y no tan populares, otros.

Ahora bien, resulta trágico cómico ver los partidos políticos a partir de la Constitución del 91. Antes, habría media docena de partidos: los tres tradicionales (liberal, conservador y comunista), el MOIR y otros pequeños de bajo perfil. Bajo imposición neoliberal y aprobada esa Carta aparecieron algo más de 70 agrupaciones; López Michelsen ya se había referido al fenómeno como “operación avispa”, por la cual cada jefecillo monta su “partido” personalizado, con el que compite por personería jurídica y dádivas oficiales, curules, burocracia y lisonjas. La Constitución del 91 en su traza más demagógica creó el reinado de las minorías; con el señuelo de la democracia participativa, se crearon partidos a granel “para empoderar” a las minorías (indígenas, negritudes, ambientalistas…) contraviniendo uno de los pilares de la democracia cual es el que la minoría se somete a la mayoría.

Mosquera, en cambio, al mejor estilo de Lenin, vivió para la construcción del partido del proletariado como clase dirigente del resto de clases sojuzgadas por el imperialismo y sus lacayos la gran burguesía y los terratenientes, mismos que continúan aún hoy usufructuando del atrasado país que forjaron a lo largo de la centuria precedente. Veamos apartes de los estatutos del partido de Mosquera: “El Partido del Trabajo de Colombia es un partido de la clase obrera. Su misión fundamental consiste en dirigir la lucha de clases del proletariado colombiano por su emancipación definitiva, instaurar el socialismo y realizar el comunismo. Defiende los intereses del pueblo y de la nación colombiana y su objetivo inmediato es la revolución de nueva democracia… “El Partido aplica el marxismo leninismo pensamiento Mao Tsetung a las condiciones concretas de Colombia, teniendo en cuenta y confrontando críticamente la experiencia universal del proletariado” … “Esta revolución desarrolla la lucha de clases del proletariado, resuelve los problemas de la liberación nacional del yugo imperialista, de la eliminación del régimen de explotación terrateniente y de la construcción de una economía independiente y próspera, implanta una serie de reformas democráticas y sienta las bases para el socialismo” … “El Partido del Trabajo de Colombia, consecuente con el internacionalismo proletario, apoya a los países socialistas y al proletariado mundial, apoya a los movimientos de liberación nacional de Asia, África y América Latina y las luchas revolucionarias de todos los pueblos, la unidad del Partido es indispensable para el cumplimiento de sus tareas históricas, la unidad se conserva sobre la base del centralismo democrático que exige el respeto a la democracia y a la dirección centralizada…”.  En ausencia de tales propiedades, talvez se encuentren las causas por las que los partidos políticos en Colombia sean hoy los entes más desacreditados entre las mayorías laboriosas. Y, por la misma razón, debemos reivindicar aquellas características con las que los revolucionarios han de ganarse la confianza popular.  

Parecido acontece con el Frente Único de liberación nacional, leamos a Mosquera (resaltado nuestro): “... Son las masas populares en última instancia el factor determinante de toda revolución. Por lo tanto, la dirección revolucionaria debe vincularse a las masas, debe saber su estado de ánimo, su moral de combate, la real correlación de fuerzas y plantear tareas tácticas que correspondan a esas situaciones. El proceso de la revolución es ir desarrollando luchas, desde las más simples y aisladas hasta las más elevadas y coordinadas. En ese proceso, las masas van adquiriendo conciencia y los revolucionarios se van fusionando a las masas…” “…Nuestra revolución en la etapa actual, no obstante ser nacional y democrática, a pesar de no ser socialista, sólo puede ser capitaneada por el proletariado y es una revolución que le sirve fundamentalmente a la clase obrera. El hecho de que en la revolución colombiana pueda participar hasta la burguesía nacional que tiene contradicciones con el imperialismo y que el proletariado deba buscar la alianza con esa burguesía, no significa que el proletariado pase a ser la cola de ningún sector burgués ni que adopte las concepciones y los puntos de vista de éste…” “… Es decir, democrático-burguesa, porque las transformaciones que hace la revolución son fundamentalmente dos: la liberación nacional del yugo del imperialismo yanqui y la eliminación de la explotación terrateniente. Al lograr estas dos transformaciones se abre paso al resto de cambios democráticos que exigen las masas populares …” *.

El inquilino de turno, a quien amañada o erróneamente, califican de izquierdista, plantea todo al revés, con lo cual es un engaño. En su discurso de posesión el 7 de agosto pasado, sugiere “humildemente" que, para poder gobernar, necesita esta clase de ayudas: a la humanidad, a la ONU, al FMI, a los Estados Unidos y al Papa. Al igual que Simón Bolívar quien, minimizando, desconfiando y denigrando de las clases con las que conquistó la independencia, propuso poner la Gran Colombia bajo protectorado del imperio inglés, Petro tampoco confía en las huestes populares ni el campesinado (a todos los trata como discapacitados y necesitados de un padre bonachón que repartirá subsidios y mejoras) tampoco confía en su clase, la pequeña burguesía  y clama comprensión y ayuda precisamente a quienes, el pueblo, habrá de combatir y expulsar de la patria, al FMI, al imperialismo norteamericano y a las clases vendepatria. Aterricen señores petristas, en nuestra ayuda no vendrán el imperio ni sus órganos agiotistas ni las agencias multilaterales (ONU, OEA…) ni los tribunales supranacionales (CIDH, Escazú...) por el contrario, nuestro futuro libre y soberano depende del proletariado a la cabeza del campesinado, de la pequeña burguesía y de la misma burguesía nacional antiimperialista.

Adenda: Diferencia determinante: en el Pacto Histórico caben todos los que avalen el mentado “progresismo” y las medidas petristas. Mientras que al Frente Único de Liberación Nacional sólo pueden pertenecer las clases, sectores y personalidades comprometidas contra el imperialismo y contra sus súbditos e intermediarios: la gran burguesía y los grandes terratenientes.

* Unidad y Combate, Francisco Mosquera, Prólogo, Estrategia y táctica del Moir. 1) Cuestiones fundamentales de la Revolución Colombiana. 2) Concepción marxista del problema agrario.

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