𝐂𝐚𝐫𝐚𝐜𝐭𝐞𝐫𝐢𝐳𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞𝐥 𝐏𝐚𝐫𝐭𝐢𝐝𝐨, 𝐝𝐞𝐥 𝐅𝐫𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐔́𝐧𝐢𝐜𝐨 𝐲 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐑𝐞𝐯𝐨𝐥𝐮𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐂𝐨𝐥𝐨𝐦𝐛𝐢𝐚𝐧𝐚
“la tarea principal del momento es concentrar esfuerzos en la
construcción y fortalecimiento del partido del proletariado de Colombia, capaz
de convertirse en el estado mayor de la revolución colombiana”. Francisco
Mosquera S.
http://moircosmos.org/cuestiones-fudamentales-revoluci%C3%B3n-colombiana.html
Partidos
y dirigentes arrastran sin pudor a las masas tras las “mieles” del ganador de turno en la Casa de Nariño.
Oscuro panorama se cierne, por ahora, ante la
ausencia de organizaciones y líderes capaces de discernir la continuidad que,
en materia sustancial para Colombia, encarna el nuevo primer mandatario y su gran coalición. Gustavo Petro resultó
maestro de maestros a la hora de forjar ilusiones con su retórica cuasi veraz. ¡Cómo
se siente la ausencia de un partido revolucionario! que como el de Mosquera,
aunque pequeño, en su momento pudo brindar claridad en los escenarios que tuvo
a su alcance, sobre gobiernos tan demagógicos -tipo Belisario Betancur
(1980-1984)- ante el que también sucumbiera la mayoría de dirigentes, populares
unos y no tan populares, otros.
Ahora
bien, resulta trágico cómico ver los partidos políticos a partir de la
Constitución del 91. Antes, habría media docena de partidos: los tres
tradicionales (liberal, conservador y comunista), el MOIR y otros pequeños de
bajo perfil. Bajo imposición neoliberal y aprobada esa Carta aparecieron algo
más de 70 agrupaciones; López Michelsen ya se había referido al fenómeno como “operación
avispa”, por la cual cada jefecillo monta su “partido” personalizado, con
el que compite por personería jurídica y dádivas oficiales, curules, burocracia
y lisonjas. La Constitución del 91 en su traza más demagógica creó el reinado
de las minorías; con el señuelo de la democracia participativa, se crearon
partidos a granel “para empoderar” a las minorías (indígenas, negritudes, ambientalistas…)
contraviniendo uno de los pilares de la democracia cual es el que la minoría
se somete a la mayoría.
Mosquera,
en cambio, al mejor estilo de Lenin, vivió para la construcción del partido del
proletariado como clase dirigente del resto de clases sojuzgadas por el
imperialismo y sus lacayos la gran burguesía y los terratenientes, mismos que continúan
aún hoy usufructuando del atrasado país que forjaron a lo largo de la centuria
precedente. Veamos apartes de los estatutos del partido de Mosquera: “El
Partido del Trabajo de Colombia es un partido de la clase obrera. Su misión
fundamental consiste en dirigir la lucha de clases del proletariado colombiano por
su emancipación definitiva, instaurar el socialismo y realizar el comunismo.
Defiende los intereses del pueblo y de la nación colombiana y su objetivo
inmediato es la revolución de nueva democracia… “El Partido aplica el marxismo
leninismo pensamiento Mao Tsetung a las condiciones concretas de Colombia,
teniendo en cuenta y confrontando críticamente la experiencia universal del proletariado”
… “Esta revolución desarrolla la lucha de clases del proletariado, resuelve los
problemas de la liberación nacional del yugo imperialista, de la eliminación
del régimen de explotación terrateniente y de la construcción de una economía
independiente y próspera, implanta una serie de reformas democráticas y sienta
las bases para el socialismo” … “El Partido del Trabajo de Colombia,
consecuente con el internacionalismo proletario, apoya a los países socialistas
y al proletariado mundial, apoya a los movimientos de liberación nacional de
Asia, África y América Latina y las luchas revolucionarias de todos los pueblos,
la unidad del Partido es indispensable para el cumplimiento de sus tareas
históricas, la unidad se conserva sobre la base del centralismo democrático que
exige el respeto a la democracia y a la dirección centralizada…”. En ausencia de tales propiedades, talvez se
encuentren las causas por las que los partidos políticos en Colombia sean hoy los
entes más desacreditados entre las mayorías laboriosas. Y, por la misma razón,
debemos reivindicar aquellas características con las que los revolucionarios han
de ganarse la confianza popular.
Parecido
acontece con el Frente Único de liberación nacional, leamos a Mosquera (resaltado nuestro): “...
Son las masas populares en última instancia el factor determinante de toda
revolución. Por lo tanto, la dirección revolucionaria debe vincularse a las
masas, debe saber su estado de ánimo, su moral de combate, la real correlación
de fuerzas y plantear tareas tácticas que correspondan a esas situaciones. El
proceso de la revolución es ir desarrollando luchas, desde las más simples y
aisladas hasta las más elevadas y coordinadas. En ese proceso, las masas van
adquiriendo conciencia y los revolucionarios se van fusionando a las masas…” “…Nuestra
revolución en la etapa actual, no obstante ser nacional y democrática, a pesar
de no ser socialista, sólo puede ser capitaneada por el proletariado y es una
revolución que le sirve fundamentalmente a la clase obrera. El hecho de que en
la revolución colombiana pueda participar hasta la burguesía nacional que tiene
contradicciones con el imperialismo y que el proletariado deba buscar la alianza
con esa burguesía, no significa que el proletariado pase a ser la cola de
ningún sector burgués ni que adopte las concepciones y los puntos de vista de éste…”
“… Es decir, democrático-burguesa, porque las transformaciones que hace la
revolución son fundamentalmente dos: la liberación nacional del yugo del
imperialismo yanqui y la eliminación de la explotación terrateniente. Al lograr
estas dos transformaciones se abre paso al resto de cambios democráticos que
exigen las masas populares …” *.
El
inquilino de turno, a quien amañada o erróneamente, califican de izquierdista, plantea
todo al revés, con lo cual es un engaño. En su discurso de posesión el 7 de
agosto pasado, sugiere “humildemente" que, para poder gobernar, necesita esta
clase de ayudas: a la humanidad, a la ONU, al FMI, a los Estados
Unidos y al Papa. Al igual que Simón Bolívar quien, minimizando,
desconfiando y denigrando de las clases con las que conquistó la independencia,
propuso poner la Gran Colombia bajo protectorado del imperio inglés, Petro
tampoco confía en las huestes populares ni el campesinado (a todos los trata
como discapacitados y necesitados de un padre bonachón que repartirá subsidios
y mejoras) tampoco confía en su clase, la pequeña burguesía y clama comprensión y ayuda precisamente a
quienes, el pueblo, habrá de combatir y expulsar de la patria, al FMI, al
imperialismo norteamericano y a las clases vendepatria. Aterricen señores
petristas, en nuestra ayuda no vendrán el imperio ni sus órganos agiotistas ni
las agencias multilaterales (ONU, OEA…) ni los tribunales supranacionales
(CIDH, Escazú...) por el contrario, nuestro futuro libre y soberano depende del
proletariado a la cabeza del campesinado, de la pequeña burguesía y de la misma
burguesía nacional antiimperialista.
Adenda: Diferencia
determinante: en el Pacto Histórico caben todos los que avalen el mentado
“progresismo” y las medidas petristas. Mientras que al Frente Único de
Liberación Nacional sólo pueden pertenecer las clases, sectores y
personalidades comprometidas contra el imperialismo y contra sus súbditos e intermediarios:
la gran burguesía y los grandes terratenientes.
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