Figura de la portada, tomada de Wikipedia: División de los distintos Comandos militares según el Departamento de Defensa de Estados Unidos
GANÓ
TRUMP Y AHORA ¡QUÉ!
El pasado 5 de noviembre ganó ampliamente Donald Trump las
elecciones en los Estados Unidos (prueba adicional de que hace 4 años le hicieron fraude) y ganó contra el querer del “progresismo” universal
del “progresismo” latinoamericano y en particular del “progresismo” colombiano
liderado por el presidente Petro, que juzgaban como de los suyos a los
inquilinos actuales de la Casa Blanca, Joe Biden y Kamala Harris, perversos
personajes estos, gestores y patrocinadores de todas las guerras que asolan el
planeta y corresponsables con Netanyahu de las genocidas hordas del sionismo
que masacran inocentes por centenas de miles en Gaza, Cisjordania y Líbano. Y
ganó Trump contra el querer de las élites gobernantes de la Europa actual,
postrada como nunca a los designios de Washington. Y ganó Trump contra el
querer de la OTAN que cree que sus siniestros planes bélicos serán suspendidos
por el nuevo presidente de los Estados Unidos.
Pues bien, Donald Trump tiene sus matices, pero al igual que en todos los países, incluido Colombia, el inquilino de la Casa de
los presidentes no es quien tiene la última palabra, llega allí a administrar
los negocios de los grandes poseedores de la riqueza, entre ellas las del
propio magnate que se posesionará el 20 de enero en la Casa Blanca. Aquellos negocios que ahora ponen bajo tutela de Trump no están meramente en
Norteamérica, están regados por el mundo entero y el mundo entero habrá de
enterarse que Trump los defenderá y forzará el incremento de sus ganancias cueste
lo que cueste y opóngase quien se oponga. A menos que la resistencia de los
pueblos y gobiernos soberanos se extienda y fructifique, el comportamiento de
la élite yanqui, con sus múltiples y variadas agencias, algunas siniestras como
la CIA, habrá de continuar más o menos igual: corrompiendo gobiernos,
amenazando y asesinando contradictores, sancionando rivales, saqueando recursos
del planeta entero, explotando mano de obra lo más barato posible, imponiendo
sus mercancías y sobre todos sus capitales en el extranjero, y también,
mientras practican lo contrario, parloteando sobre democracia, derechos
humanos, defensa del medio ambiente, igualdad de género, antiterrorismo, anticorrupción,
etc. etc.
Los matices económicos trumpistas, además, son
ahistóricos, no armonizan con el devenir cierto del sistema capitalista en su cenit imperialista. Ya Marx lo previó entre otros en su obra cumbre, El
Capital y Lenin lo complementó principalmente en su obra El Imperialismo
fase superior del capitalismo. Así que Trump, entre tantos anuncios, no podrá
impedir: 1) que los capitales gringos, tras la máxima ganancia y
“huyendo” de la tendencia a la baja de tasa de ganancia trasciendan las
fronteras patrias; 2) que la inevitable competencia entre grandes capitalistas del
lado y lado del océano termine ignorando el populismo de su “America First”;
3) que los altos aranceles con que amenaza a China, Méjico y Europa perjudiquen
a sus propias empresas, que además tienen sucursales en los países amenazados; 4) que
tales aranceles reviertan contra los consumidores norteamericanos, propiciando
la resistencia del proletariado.
Alguien, muchos, podrán creer que por el hecho de que,
financiando la campaña electoral de Kamala Harris y los demócratas estuvieron
los más grandes intereses globalistas, financiaristas, armamentistas y de
tecnologías: BlacRock, Vanguard, J. P. Morgan, General Dinamycs, Lock Martin,
las 7 magníficas y otras cuantas, estas salieron perdiendo con la elección de
Trump, no, en absoluto, tales empresas son tan poderosas, con activos superiores al PIB
de muchos países, con toda clase de tentáculos en el mundo, sin escrúpulos a la
hora de defender sus intereses que no hay poder individual que prospere contra
ellas; su poderío, su influencias, sus agencias son las que deciden quien asume
o por lo menos como deben comportarse no sólo en la Casa Blanca, también en la
Casa de Nariño, la Casa Rosada (Argentina), Planalto (Brasil), Carondelet
(Ecuador), Palacio Nacional (Méjico), Palacio de la Moneda (Chile) y muchas más
presidencias; de ahí el respeto ganado y el apoyo que merecen los gobiernos que
se resisten a la hegemonía norteamericana como Venezuela, Cuba, Nicaragua,
Irán, Corea Norte, Federación rusa, China y otros muy pocos.
No obstante, los diplomáticos y amistosos mensajes de
felicitación enviados a Trump por parte del presidente de la
Federación rusa, V. Putin, del máximo dirigente chino, Xi Jinping, ellos a
diferencia de tantos no se hacen ilusiones. Putin, con antelación, palabras más, palabras menos lo ha dicho “El conflicto actual con Ucrania no es el
primero ni será el último intento de la hegemonía norteamericana que por sus
ansias de apropiarse de los recursos inmensos de Rusia persista contra su
soberanía; la OTAN mientras exista estará armando a sus socios y agrediendo en
nuestras propias fronteras, siempre soñara con desmembrar la Federación o cambiarle
e imponerle un gobierno dócil, …y siempre encontrará alguna excusa para denigrar
ante el mundo del Kremlin e intervenir en nuestros asuntos internos ”.
Se escucha decir que gobiernos como los de Petro en Colombia o de Lula en Brasil y otras dos docenas de la Unión Europea (UE) tiemblan por el ascenso del republicano, dadas las inclinaciones manifiestas de todos ellos con los gobiernos del partido Demócrata en Estados Unidos, allá ellos con ese pecadillo, al lado de los “progresistas” también se sienten amenazadas algunas minorías con posturas fundamentalistas (ambientalistas, feministas, la ideología queer, los pro inmigración,…); sin embargo, lo importante es que los pueblos en Latinoamérica tengan presente la necesidad de la lucha por la soberanía nacional menoscabada por cuenta de las oligarquías dominantes que en estos lares desde hace 120 años se sometieron a los designios yanquis; republicanos o demócratas por igual nos saquean y oprimen y contra ellos ha de liberarse la rebeldía popular.
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