El abstencionismo per se
no es una actitud correcta; Francisco Mosquera le ganó ese debate a las facciones armadas que en la
década del 70 acusaban de traidores a los izquierdistas que propusieran
participar en las elecciones. En menos de una década ya todos participaban en
ellas, con la gravedad que el evento electoral para estos grupos ya no fue una acción sino su estrategia; es decir, aquellos partidos y sus candidatos, de
abstencionistas se pasaron a electoreros o cretinos parlamentarios. Las curules fueron su fin.... y el fin de la revolución.
Pero, lo anterior no quiere decir que siempre haya que participar
en las elecciones. “Ya estamos creciditos
para saber cuándo debemos abstenernos de participar en unas elecciones”, nos enseñó el mismo Francisco Mosquera a
propósito de la abstención de su partido en el nefasto y circense proceso electoral que impuso la séptima papeleta,
la Constitución del 91 y el Congresito de
la época.
Lo que sí nunca aceptó Francisco Mosquera fue el voto en blanco, porque
no organiza ni educa a nadie. Decía “hagamos
del debate electoral un cursillo que eduque a las masas”. Agreguemos que lo
único que hace el voto en blanco, en caso de ganar, es gastar más dinero del
erario público, repitiendo un debate insípido que elegirá a los mismos con
otros nombres.
Sabemos que de
cualquier forma tendremos un tirano para los cuatro próximos años, el mejor
rechazo y protesta contra ese seguro tirano es la de abstenerse en su elección.
Como al pueblo no le mejorará su precaria situación y el país continuará lo
mismo o peor, que lo elijan los beneficiarios del régimen; total, con 10, 20 o
100 mil votos se erigirá nuevo presidente. Los de abajo, preparemos las
batallas necesarias contra cada una de sus nefastas políticas.
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